PRIMEROS SÓLIDOS.
¿SE ALIMENTA BIEN MI HIJO DE UN AÑO?
Dar de comer a un
niño de esta edad puede ser la cosa más fácil o... la mayor de las
pesadillas. ¿Es posible alimentar correctamente a un niño a partir
del año de edad sin morir en el intento? La respuesta es sí.
Lo primero que hay
que hacer es preguntarse: ¿pero, realmente mi niño come mal? A
veces nos obsesionamos y, para nuestra sorpresa, el pediatra nos
informa de que nuestro hijo (que no prueba las acelgas, ni nada que
sea amarillo, ni mandarinas, ni...) está perfectamente alimentado y
nutrido.
La idea no es
obligarle a comer algo que odia, sino elaborar menús equilibrados y
nutritivos con alimentos que le gusten.
¿Cómo pasar a
la cuchara sin traumas?
A esta edad ya
pueden tomar sus platos con cuchara sin necesidad de que pasemos por
el triturador toda su comida. Tardarán más en comer, pero no debe
superar el tiempo los 40 minutos.
Este proceso por el
que pasan todos los niños es importantísimo y no puede suponer un
agobio ni para ellos ni para nosotros.
Hay que ser
pacientes, cuidar que no se atraganten, y superar la tentación de
volver a los purés que tan rápido comían.
Si nuestro hijo se
niega comer algo que no esté triturado, démosle una tregua. Ya
aprenderá. Siempre podemos ofrecerle la mitad del plato triturado y
la otra mitad troceadita. Aplastar una parte con el tenedor o
cortarla en trozos minúsculos les ayuda a superar esta fase.
¿Cómo
introducir los nuevos alimentos?
No debemos esperar
que le guste cada nuevo alimento. Si no le gusta una comida
intentarlo con otra con las mismas características nutritivas.
A veces, ver comer a
mamá o papá lo mismo hace que quieran imitarnos.
Sus gustos son
variables, así que eso que escupió hace un mes, quizá lo pruebe de
nuevo y esta vez se chupe los dedos. Tenemos que tener paciencia y no
forzarles en exceso. Sí estar de acuerdo en la firmeza a la hora de
comer tanto el padre como la madre.
¿Qué debe comer
un niño de un año?
Lo que coma su
familia, salvo contraindicación del pediatra. Una dieta equilibrada
incluirá:
Leche entera y
derivados (quesos suaves, yogures...).
Legumbres y patatas.
Cereales (en pan, arroz, galletas... les encantan).
Carnes, pescados y
huevos (¡cuántas proteínas!). Frutas y verduras, (ricas en
vitaminas y minerales).
Grasas, siempre en
poca cantidad (el aceite, mejor de oliva).
¿Hay algún
alimento prohibido?
No, pero hay algunos
que tenemos que limitar o retrasar un poquito antes de incluirlos en
su dieta:
Demasiado fiambre,
salvo pechuga de pavo o jamón cocido.
Marisco, pescados o
carnes crudos. Cuando tengan al menos tres años.
Golosinas, bollos,
etc. El exceso de azúcar no les favorece.
Las bebidas con
colorantes y aditivos. Nada de cafeína ni alcohol. Lo ideal sería
que beban sólo agua, leche y zumos naturales de frutas.
Los frutos secos
(podrían atragantarse).
Salsas: la mahonesa,
la mostaza, el ketchup. No abusar, poco o nada.
Comidas muy picantes
o muy especiadas (dependiendo de las costumbres gastronómicas de la
familia se irán introduciendo poco a poco).
Comidas muy saladas
o azucaradas (aún no necesitan apenas sal ni azúcar en su dieta, y
es bueno que aprendan a degustar los sabores propios de cada
alimento).
Alimentos en
conserva. Cuanto más frescos, mejor.
¿Estará más
sano si come más?
La cantidad de
comida que necesita un niño es más pequeña de lo que pensamos los
adultos. De todas formas, si creemos que el nuestro no come lo
suficiente, haremos bien consultando al pediatra. Cuando el pequeño
no se termina el plato, pensamos que ha comido poco. Pero no es
cierto.
Busquemos un
equilibrio y démosle ni más ni menos que lo que necesite. Y eso
sólo lo sabe él. ¿Pide más comida? Entonces necesita más. ¿No
quiere más? No necesita más. Así de sencillo. A partir del año no
necesitan tanto alimento porque su crecimiento es más lento.
¿Debemos
prohibirle picar?
Una buena estrategia
es darles sólo una vez al día algo de picar entre horas y nada de
comer al menos durante la hora previa a las comidas.
¿Puede comer ya
en familia?
Claro. La hora de la
comida es la hora de la familia, un momento para disfrutar de la
compañía y la conversación. El niño debe participar de ese
momento como uno más; de esta forma evitan que se convierta en el
centro de atención. Sí comer sobre las 12 del mediodía nos supone
a los adultos un esfuerzo, podemos acompañarle tomándonos un
tentempié.
¿Es normal que
se manche mucho?
Tenemos que armarnos
de paciencia y recordar que es inevitable que toque la comida, que
ensucie. Constituye una fase necesaria de su crecimiento, le ayuda a
ganar en autonomía y, menos mal, es transitoria.
¿Le dejamos
marear su comida?
¿Por qué lo hace?
¿Porque no tiene hambre o porque, simplemente, comer le entretiene
mucho y le lleva su tiempo? Si es lo primero, lo mejor es retirarle
el plato. Si, por el contrario, es lento comiendo, ¿qué tiene de
malo? Seguro que es un niño muy tranquilo que mastica estupendamente
su comida y tiene buenas digestiones ¡qué suerte!
¿Y si se niega a
comer?
No es lo mismo comer
poquito que no querer probar bocado. Si esto ocurre de forma
esporádica no debemos alarmarnos, ni insistir en llevarle nada a la
boca porque podría ser contraproducente.
Si tiene sueño. Es
lógico que sólo quiera dormir y que lo dejen tranquilo. Dejemos
entonces que coma después de haber descansado.
Puede ser que quiera
llamar la atención. Los niños perciben los cambios, el humor, los
problemas más insignificantes... Lo primero que deberíamos hacer es
pensar si ha recibido poca atención porque en casa estamos
especialmente intranquilos. Si es así, dedicarle un ratito de juegos
antes de comer le 'reconciliará' con nosotros y, probablemente, no
sentirá la necesidad de reclamar ese cariño a través de la comida.
Porque no se
encuentra bien. En ese caso seguramente notaremos que llora de forma
distinta. Si después de un tiempo sigue igual, lo mejor es acudir al
pediatra
Los padres debemos
tranquilizarnos y no obsesionarnos con la comida de los niños, ante
cualquier duda consultarle al pediatra, pero es normal que les cueste
comer sólido o que coman menos que antes. Si no quiso comer en el
almuerzo, darle en la merienda y si no en la cena. El apetito le hará
comer, si se alarga en el tiempo el problema de no querer comer
consultar al pediatra.
Asesores: Laura
Sande Balboa, técnico especialista en Nutrición y dietética.Sara
Vázquez, pediatra.