miércoles, 19 de agosto de 2015

Rutinas de oro.


APRENDIZAJE A TRAVÉS DE LOS HÁBITOS Y LAS RUTINAS.
Es en los primeros años de vida donde se tiene mayor receptividad y se da un aprendizaje duradero, por esto la importancia de enseñarles a través de actos repetitivos y constantes. “Mediante las rutinas interiorizan tareas elementales y también complejas. Aprenden a guardar sus juguetes después de haberse divertido con ellos, a tocar instrumentos, a practicar deportes e incluso a predecir lo que va a suceder luego de determinada situación, es decir, a relacionar una acción con su consecuencia”, dice María Martínez, psicóloga clínica.








Ahora bien, hay que tener en cuenta que todas las personas tienen unos rasgos temperamentales que los identifican y que reflejan la forma en la que pueden llegar a reaccionar con respecto a una situación determinada. Dicho lo anterior, es importante que los padres identifiquen cuál es el tipo de carácter de sus hijos y cuál será entonces la mejor manera de aplicar dichas rutinas y pautas educativas. “A algunos les parece divertido lo que han hecho por lo que disfrutan poniéndolo en práctica y logran aprenderlo más rápido. Otros, en cambio, rechazan de inmediato la actividad porque no se sienten cómodos con esta y, por lo tanto, necesitarán de más paciencia, constancia y persistencia para lograr que la asimilen y la lleven a cabo de forma automática”, comenta María Fernanda Hurtado, psicóloga y directora de vivirlafamilia.com.
Lo importante, sea cual sea el caso, es hacer de todas las rutinas (de alimentación, descanso, higiene, juego y tareas propias de la vida escolar) rituales amorosos y divertidos y no obligaciones impuestas. Todas necesitan ser ejemplares y coherentes, todas deben llevarse a cabo con la misma constancia e intensidad para que puedan ser interiorizadas exitosamente.















Rutinas de oro
Alimentación:
Esta rutina, generalmente, inicia cuando el bebé empieza a descubrir nuevos sabores y consistencias. Aunque para algunos esta etapa resulta sencilla y divertida, para otros es bastante compleja y molesta, por lo que, en primera instancia, los padres deberán tener mucha paciencia y dedicación para lograr que esta actividad se convierta en algo placentero. “No es conveniente hacer de la hora de la comida una batalla, es necesario darles tiempo para que se habitúen, comprender sus respuestas de saciedad, gusto o disgusto; ser constantes con las horas y el lugar en el que se come, explicarles por qué se deben alimentar, y ser creativos para estimular su apetito, por ejemplo, sirviendo los alimentos en tazones de colores o haciendo divertidas figuras con ellos al momento de ponerlos en el plato”, argumenta la psicóloga Viviana Obando.
No cometa estos errores
Evite utilizar espacios distintos al comedor para que el niño realice esta actividad. Él debe asociar este lugar con alimentación.
No lo entretenga con juguetes, objetos o el televisor. Él debe ser consciente de la acción que está realizando.
No use la comida como calmante o entretención.
No la use tampoco como premio o castigo.
No varíe las horas en las que le da de comer. Trate de ser constante en los tiempos. La doctora Hurtado recalca que “el horario de las comidas es de vital importancia, porque organiza los procesos biológicos en todo lo relacionado con el sistema gastrointestinal y nutricional, esto sin contar con los positivos aportes que se dan sobre el vínculo familiar cuando todos los miembros del hogar se disponen a compartir este momento”.
Descanso:
Descansar es vital a nivel cognitivo. El número de horas de sueño está directamente relacionado con el desempeño académico, la capacidad de concentración y de resolución de problemas, entre otras cosas.
¿Cómo lograr que duerman el tiempo suficiente?
El pequeño debe aprender a reconocer que su cuna o cama es sinónimo de reposo. Para lograrlo, asegura la especialista Collantes, es necesario hacer de este momento un ritual especial. “La noche debe convertirse en señal de descanso, por lo que el ritmo de la vida, a esa hora, debe ser más pausado, el tono de la voz más bajo y las luces de la casa más escasas. Luego, un baño de agua tibia, por ejemplo, podría resultar muy relajante; después un masaje con aceite; ropa cómoda; un mimo de ‘buenas noches’ y la arrulladora voz de mamá o papá susurrando una melodía de cuna o quizá algún relato llevarán al infante a dormir plácidamente”.
No cometa estos errores
Evite acostarlo en lugares diferentes a su cuna o cama. Él debe familiarizarse con estos para lograr dormir tranquilamente.
No lo duerma mientras realiza otras actividades, no encienda el televisor para ‘arrullarlo’, dedíquese a brindarle un ambiente apto para conciliar el sueño y establézcalo como un rito.
Sea constante con los horarios destinados para realizar esta actividad.
Si luego de haberse dormido se despierta, acompáñelo sin sacarlo de su cuna o cama y por ningún motivo lo lleve a su habitación.
Higiene y orden:
Los hábitos de aseo garantizan la salud de los seres humanos, mejoran la apariencia personal y, a su vez, permiten tener una mejor recepción dentro de una comunidad. Es posible que en algunos casos resulten aburridas para el menor, razón por la que será responsabilidad de los padres hacer de ellas actividades divertidas, a continuación le damos algunas ideas:








- Cree una historia o canción relacionada con el tema, en el que un personaje pasa diversas dificultades por no ser aseado y organizado. Descríbale cómo quien, por ejemplo, no se lava los dientes padece terribles dolores en estos por causa de las caries, o cómo alguien pierde su juguete favorito debido al desorden.
- Realice juegos de roles. Convierta a su hijo en un gran estilista y permita que él le lave su pelo y le realice peinados. Otra forma de poner en práctica los buenos hábitos de limpieza es aseando y reinventando por completo un lugar que él o ella habite de manera permanente; también puede realizar un relajante baño de burbujas e indicarle cómo debe bañarse.
- Cada vez que se asee, lave los dientes, haga la cama y recoja el desorden, invítelo a participar. A los niños les encanta imitar lo que otros hacen y este tipo de cosas no son la excepción. En general, todas las rutinas necesitan los mismos ingredientes para que sean efectivas: coherencia entre lo que se dice y se hace, ejemplo por parte de los adultos que rodean al infante, paciencia porque cada niño tiene su propio ritmo y, por último, creatividad para lograr que interioricen las acciones sin inconvenientes.
- Cree un cuadro grande y ubíquelo en un lugar visible. Puede hacer uno semanal para no saturarlo con varias acciones. Ejemplo: "La semana de los dientes limpios". Cada vez que él cumpla esta tarea, se pondrá una carita feliz y, además, tendrá una recompensa. De lo contrario, habrá una carita triste, pero no un castigo.
Por Pamela Rueda C. / Especial para 'ABC del Bebé'


martes, 18 de agosto de 2015

La importancia de los hábitos y las rutinas para los niños y bebés.


La repetición de los hábitos ofrece seguridad a los niños


Los niños necesitan seguir una rutina para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente. Esta rutina establece horarios, pero además los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional, que les proporciona un mecanismo importantísimo para su educación y para la construcción de su personalidad.
La repetición de los actos cotidianos forman hábitos y la repetición de los hábitos forman virtudes.

Beneficios de los hábitos y rutinas en los niños y bebés




1. Para que un niño se sienta seguro tiene que adquirir hábitos.
2. Los niños no conocen el orden de las cosas cuando nacen, por lo que los adultos debemos enseñarles a organizar su vida mediante horarios estables asociados a rutinas, es decir, a través de actividades que se hacen todos los días de la misma manera.
3. Se repiten rituales que ayudan a que el niño vaya asimilando un esquema interno que convierte su mundo en un lugar predecible y, por lo tanto, seguro.
4. La alimentación, sueño e higiene son los primeros hábitos que tienen que aprender los niños. "La rutina diaria es para los niños lo que las paredes son para una casa, les da fronteras y dimensión a la vida. La rutina da una sensación de seguridad. La rutina establecida da un sentido de orden del cual nace la libertad." (R.Driekurs)

¿Qué son los hábitos y las rutinas para los niños?

- La rutina es una costumbre personal establecida por conveniencia y que no permite modificación, es decir, es inflexible; por ejemplo, colgar la bata en la percha antes de salir de clase.
- El hábito es un mecanismo estable que crea destrezas y que además podemos usar para distintas situaciones: por ejemplo, abrocharse. Según Antonia Fernández Gutiérrez “Son costumbres, actitudes, formas de conducta o comportamientos que conllevan pautas de conducta y aprendizajes.
El hábito bien adquirido y usado nos permite hacer frente a los acontecimientos cotidianos”
- Los hábitos y las rutinas aportan un mecanismo importantísimo de constancia y regularidad y, por eso son fundamentales tanto para la vida familiar como la escolar.
María Algueró
Experta en Atención Temprana
Maestra de educación Infantil (especialista 0-3)
Educadora de Masaje Infantil.Psicomotricista
Instructora Independiente Cincodeditos
Instructora de porteo


Maneras de estimular el lenguaje en los niños.


Estimular el lenguaje.

Actualmente un elevado número de niños son diagnosticados de retraso y trastorno del lenguaje, se habla constantemente de la conveniencia de acudir al especialista ya que la detección y el tratamiento precoz son esenciales.
Del trabajo que realiza el especialista depende en gran medida la evolución del niño, sin embargo, el trabajo con los padres es una prioridad, informarles sobre como se estimula el lenguaje y sobre los objetivos de tratamiento de su hijo es parte fundamental del tratamiento.
Las siguientes pautas son generales, muy útiles para establecer un intercambio comunicativo positivo. Esta es la base para posteriormente trabajar en casa, guiados por el especialista, objetivos de tratamientos más complejos.

¿Cómo hablar al niño?

  1. Adaptar nuestro lenguaje al niño:
    Hablar despacio sin modificar nuestra entonación, marcando los sonidos, sobre todo los sonidos que aún no se producen o pronuncian mal.
    Marcar todas las palabras dentro de la frase, sobre todo las palabras de función ya que la atención al lenguaje no es muy madura. ” la niña monta EN EL coche”
    Tener en cuenta los objetivos que actualmente trabajamos y recalcar este tipo de producción al dirigirnos al niño. Esta será su línea base y ajustaremos los enunciados a los objetivos. Es importante ofrecer estructuras gramaticales ordenadas y bajas en complejidad puesto que inicialmente es más sencillo que aprendan estos modelos.
    Hablar acerca de sus intereses y sobre lo que compartimos en el momento presente.
  2. Favorecer los intercambios comunicativos:
    Establecer periodos de interacción solos o a través de una actividad rutinaria o un juego.
    Escuchar lo que nos quiera decir, mostrándonos pacientes y receptivos (evitar mostrar preocupación). Hay que darles tiempo para que expresen con tranquilidad y establecer contacto ocular poniéndonos a su altura.
    Es importante no responder por él y dejar que se exprese con libertad.

     

Técnicas de estimulación

Son técnicas que empleamos para hacer correcciones indirectas ya que las correcciones directas son aversivas. Recordar que lo importante es que el niño atienda a nuestros modelos y que los repita, pero no hay que pedir que lo haga.
  • La expansión: el niño verbaliza y el adulto repite (asintiendo) el enunciado del niño, ampliándolo.
    • Niño: “Coche roto”
    • Adulto: “si el coche se ha roto”
  • Petición de aclaración: a través de una pregunta o comentario mostramos al niño que no le hemos entendido. ” no he entendido bien” ¿qué?…o retomando sus palabras en forma de pregunta.
    • Niño: “oto aso”
    • Adulto: ¿”aso”?
    • Niño: “vaso”
    Es importante usar esta técnica solo si sabemos que el niño puede esforzarse, repetirlo y corregir.
  • Corrección indirecta: el adulto devuelve al niño su emisión corregida
    • Niño: “oto aso”
    • Adulto: “claro, se ha roto el vaso”
  • Pregunta indirecta: se trata de preguntar para que el niño al responder dé la respuesta correcta corrigiendo.
    • Niño: “aso oto”
    • Adulto: “vaso oto o roto?”
    • Niño: “roto”
  • Pregunta directa: ¿qué es esto? ¿qué hace? Al realizar las preguntas directas es aconsejable no mostrarnos directivos sino interesados en que él nos diga algo que nosotros desconocemos.
  • Imitación: jugando a las marionetas o viendo un cuento. Le animamos a que nos ayude.
    • Adulto ” lobo ¡no me comas!” “ayúdame” “dile al lobo”
    • Niño “no me comas”
    • Adulto “lobo eres malo!”
    • Niño “eres malo!”
  • El adulto habla en voz alta sobre lo que está haciendo y ofrece al niño un modelo de lenguaje sencillo, sin pedir respuesta, únicamente capta su atención y le ofrece el modelo.
    “la mesa se ha roto” “yo me voy a dormir” “estoy pintando una casa grande”
  • Habla paralela: cuándo el niño esté realizando una acción, el adulto habla sobre lo que este hace, acompaña las acciones del niño con verbalizaciones claras y sencillas
    El niño está jugando con un muñeco y se ha caído: “¡este niño se ha caído y no puede levantarse!”
  • Papá o mamá se equivocan: hacemos algo mal, decimos una tontería o no encontramos algo. Es llamativo para los niños y de forma espontánea verbalizan

Juegos

Disfrutamos del juego, sin pedir al niño explícitamente que nos hable, compartimos estos momentos y aplicamos las técnicas de estimulación aprendidas. Inicialmente es él quién dirige el juego, (nosotros mostramos interés por el juego que realiza, le seguimos) y vamos introduciendo nuestras ideas sin ser directivos, sugerimos. Es importante recordar que el mejor refuerzo (positivo) es el refuerzo natural, que proviene del intercambio comunicativo, una palabra amable, una sonrisa o asentir son refuerzos muy potentes.
  • Animarle a cambiar de juego para evitar la rutina.
  • Favorecer los juegos de rol basados en experiencias cotidianas con ayuda de materiales como marionetas, animales de peluche y otros.
  • Fomentar juegos de interacción; el adulto hace o dice algo y el niño responde con una acción o palabra.
  • Animarle a participar en juegos reglados.
  • Fomentar hacer dibujos juntos.
  • Realizar juegos de imitación.
  • Animarle a imaginar lo que pueden sentir los otros niños (muñecos).
  • Enseñarle a compartir.
Propuesta de Pilar Gerez Taravilla.

Debemos preocuparnos si...

  • A los 6 meses. El niño no parlotea cuando se le habla y no sonríe ante la voz o la sonrisa del adulto.
  • Con 1 año. No señala con el dedo lo que quiere y no emite sílabas redobladas: 'pa-pa-pa'.
  • A los 18 meses. No utiliza gestos para llamar la atención, pedir o rechazar y no identifica, cuando se le nombran, objetos o personas familiares.
  • A los 2 años. No ha comenzado a decir palabras con sentido (agua, papá) y no comprende palabras cotidianas sin gestos.
  • A los 3 años. No usa frases de dos palabras y no comprende órdenes sencillas, como 'coge el pan' o 'tira este papel a la papelera'.
Alicia Herranz es psicopedagoga.