martes, 26 de noviembre de 2013

EL BILINGÜISMO.


¿Qué es el bilingüismo?


Es la capacidad de una persona para utilizar indistintamente dos lenguas (la materna o nativa, y una segunda lengua o idioma).

Ahora bien, existen dos maneras de aprender ese segundo idioma: la adquisición, y el estudio.


La adquisición es aprender el idioma en situaciones comunes, que favorecen un desarrollo gradual de la capacidad de comunicarse en otra lengua. Por ejemplo, si el niño vive en el país donde se habla este idioma, va al colegio o guardería, se relaciona con gente que habla el nuevo idioma de manera regular, etc. En estos casos, la adquisición de ese idioma va a realizarse de manera natural y sin mucho esfuerzo por parte del niño.

La manera de aprender es muy parecida a la de la adquisición del idioma materno. Se basa en primero entender, pasando por el reconocimiento de palabras sueltas, a frases enteras, y luego a hablar.

Si el niño que tiene acceso al idioma 'extranjero' es muy pequeño y está todavía aprendiendo a perfeccionar el suyo, es seguro que la adaptación a ese nuevo idioma será más fácil. Aquellos cuya segunda lengua proviene de la experiencia diaria desarrollan una capacidad de comunicación superior a la de los que la obtienen por medio del estudio.

Por otro lado, el estudio, es un proceso consciente de acumulación de conocimientos, que requiere cierto esfuerzo y una dedicación especial.

Aprender una segunda lengua, sea como sea, es un ejercicio que implica a todo nuestro sistema cognitivo. Además de la lengua en sí, sus palabras y estructuras, se adquiere otra forma de pensar; en definitiva, se conoce otra forma de entender el mundo y aprender una nueva cultura. En el ámbito social, el bilingüismo será una ventaja a la hora de acceder al mercado laboral, ya que está cada vez más valorado.

La duda para muchos ahora es, ¿a qué edad se recomienda que se comience a aprender esa segunda lengua?
Como hemos dicho anteriormente, cuando antes, mejor.
Pero recordemos que los niños a los que no se les ha hablado desde el nacimiento en dos lenguas y no las han adquirido como propias, no son bilingües.
En ellos, no se produce una adquisición de una segunda lengua sino un aprendizaje, y aunque la inmersión lingüística es el método ideal para llegar a ser bilingüe, no es el caso de que pongamos dos horas de clase en inglés a la semana.

lunes, 25 de noviembre de 2013

VENTAJAS DEL BILINGÜISMO.

Bilingüismo en Educación Infantil.

Recientes estudios neurológicos demuestran que los niños expuestos a varios idiomas son más creativos y desarrollan mejor las habilidades de resolución de problemas.

Algunas ventajas del bilingüismo:

1.  Incremento en la capacidad de comunicación.

2.   Acceso a dos culturas diferentes con todo lo que ello implica: historia, literatura, cine, medios de comunicacion...

3.   Mayor desarrollo del conocimiento por su mayor acceso a la información global. A más conocimiento, más racionicio, mayor creatividad, más flexibilidad, tolerancia y adquisicion de una mentalidad abierta al mundo.

4.   Más oportunidades de trabajo.

5.   El hecho de que el niño hable un segundo idioma durante los primeros años de vida le ayudará a programar los circuitos cerebrales para que le sea más fácil aprender nuevos idiomas en un futuro.

6.   El bilingüismo no sólo mejora la atención sino que también entrena la memoria de estas personas y amplia la capacidad perceptiva del cebrebro como si fuese una especie de "gimnasia mental".

7.   El bilingúismo ayuda a crear mentes "multitarea" capaces de procesar varias tareas al mismo tiempo y despreciar rápidamente la información irrelevante que percibe su cerebro.

8.   Un reciente estudio sobre el bilingüismo publicado en la revista "Neurology" por Elen Byalistok (de Toronto) mostró que usar dos lenguas cada día conseguía retrasar una media de cuatro años la aparición de Alzheimer.

ESCUELA DE PADRES:¿POR QUÉ LOS NIÑOS MIENTEN?


¿Qué hacer cuando sabemos que nos están mintiendo?

Todos los niños mienten en algún momento de su vida, aunque no siempre lo hacen por las mismas razones, veamos en el presente artículo por qué los niños mienten y lo que debemos hacer para enfrentar esta situación.

¿Por qué los niños mienten?

Para los padres es muy difícil aceptar las mentiras de sus hijos ya que no saben por qué los niños mienten, si esto denota inseguridad, falta de confianza, vergüenza, miedo, entre otras o problemas aún más graves que acarrea la falta de autoestima. Para evitar esto lo primero que debes hacer es no mentir delante de él.

Los niños menores de 3 años no mienten, aun cuando dicen cosas que no son ciertas, ya que para ellos sí lo son.

Por otra parte los niños entre los 3 y los 5 años no son conscientes de sus mentiras sino que estas forman parte de los juegos y fantasías naturales de su edad y por esto no debe dárseles mucha importancia, a excepción de que formen parte de su comportamiento habitual o se conviertan en la manera de lograr todo lo que desean.

También pueden hacerlo para evitar un castigo, de eso aprenden que los adultos no lo saben todo y esto les ayuda a manejar su tolerancia a la frustración, llegando incluso a llamar la atención de este modo.

Finalmente mienten en ocasiones porque imitan lo que ven o bien porque el nivel de exigencia de los padres es tan elevado que los niños no logran cumplirlo y estos deben mentir para evitar defraudar a sus padres, evadiendo así el nivel de tensión que causa la derrota. 

Después de los 5 años los niños empiezan a mentir de manera consciente puesto que ya conocen la diferencia entre la verdad y la mentira, no obstante no tienen claro que mentir sea algo incorrecto; factores como la inseguridad y la falta de autoestima son la respuesta perfecta a por qué los niños mienten a esta edad.

También suele suceder que los niños quieran probar las reacciones de los adultos y ver hasta donde pueden llegar, puede ser un medio para ganar afecto, gracias a sus problemas emocionales no resueltos y que en la edad adulta sirve de medio para ocultar problemas más graves.
 
¿Qué debo hacer cuando mi hijo miente?

Trata de averiguar la razón por la cual está mintiendo tu hijo y así corregir lo que sucede, si la situación es extrema, acude a un profesional que te oriente sobre la solución más adecuada. Veamos a continuación unas pautas básicas para controlar esta situación:

·      Da ejemplo: es completamente ilógico pedir a nuestros hijos que no mientan cuando nosotros normalmente lo hacemos.

·      Dale confianza a tu hijo: dale a tu hijo la seguridad de que puede contarte cualquier cosa con plena tranquilidad y sin miedo.

·      Explica a tu hijo la diferencia entre la verdad y la mentira: esto es fundamental especialmente en edades tempranas.

·      Felicita  a tu hijo cuando diga la verdad: especialmente si ésta acarrea el riesgo de ser castigado, aprende a separar los comportamientos erróneos, siempre aclarando a tu hijo que le amas por lo que es y no por su conducta.

jueves, 14 de noviembre de 2013

EDUCAR PARA LA VIDA.


Como enseñar a tolerar las frustraciones en los niños.

Enseñar a tolerar la frustración es una tarea difícil, pero de lo más educativo y prepara efectivamente para la vida. Un niño que aprende a tolerar la frustración estará en mejores condiciones de afrontar en el futuro sus estudios, las relaciones con los demás y de conseguir aquello que se proponga.

Afortunadamente su hijo es  pequeño y le va a resultar más fácil enseñárselo: 

1º. Deje que viva las pequeñas frustraciones de cada día, no se las evite constantemente.

2º. Eviten una sobreprotección excesiva, sin poner en riesgo su seguridad, pero dejen al niño que experimente que se equivoque.

3º. No le concedan todos los caprichos.

4º. Aumenten su autonomía personal: todo lo que los niños de 3 años suelen hacer en cuanto vestido, aseo, comida… debe hacerlo solo, sin su ayuda.

5º. Cuando llore por pequeñas cosas, no acuda inmediatamente a consolarlo.

6º. Evite que las cosas le sean inmediatamente dadas en cuanto él las pida. Dígale que “no” a aquello que no sea conveniente, sin dar demasiadas explicaciones. 

7º. Utilice con frecuencia la estrategia de “aquello…después de hacer esto”.

8º. Enséñele exigiéndole que las actividades se comienzan, se realizan y se terminan.

9º. Enséñele a actuar ante la frustración, para ello haga de modelo en situaciones en las que ustedes se sienten frustrados: verbalice sus pensamientos en voz alta y actúe adecuadamente.

10º. Elogie los logros del niño en este aspecto.

11º. Que las expresiones de frustración del niño no cambien sus decisiones iniciales.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿CÓMO ELEGIR EL MEJOR REGALO?


Escuela de padres: ¿Cómo elegir el mejor regalo?

Ya se acercan  las navidades y con la llegada de Papa Noel y los Reyes Magos, los más pequeños llenan sus cartas de juguetes. Los adultos nos volvemos locos buscando el juguete más adecuado y muchas son las preguntas que nos hacemos ¿Cómo acertamos con los juguetes?, ¿cuál le hará más ilusión a los niños y niñas?. ¿Es mejor darles lo que quieren o buscar un juguete educativo?

Los juguetes son un instrumento necesario para el juego y por lo tanto para el desarrollo del niño. Si recordamos nuestra infancia seguro que todos rememoramos algún juguete o juego especial. Pero si hacemos memoria, llegaremos a una conclusión; el mejor juguete no es el más caro, sino aquel que se adapta mejor a los gustos, carácter y momento evolutivo del niño y que por lo tanto proporciona más tiempo de juego.

Criterios generales para elegir  un buen juguete.

El juguete debe servir  para divertirse y entretenerse, piensa en el niño o niña y en sus  gustos o intereses. Usa esta guía pero adáptala al pequeño concreto:

-          Que cumpla las normas de seguridad

-          Que no sean sexistas

-          Que sean adecuados a la edad del niño y por lo tanto a su momento de desarrollo

-          Que fomenten la comunicación y el aprendizaje

-            Que no sean bélicos ni violentos

-          Que permita diversas posibilidades, de forma que potencie la imaginación y la creatividad del niño.

-          Que le permita aprender y fomente su desarrollo, apuesta por los juegos y juguetes educativos

Según las edades:

0-6 meses: Pequeños pero grandes observadores. Miran atentos todo lo que sucede a su alrededor. Todo es nuevo para ellos y despierta su curiosidad, los sonidos, los colores, texturas, etc.
Juguetes para ellos: Móviles para la cuna, artilugios musicales, juguetes de colores vivos, muñecos blanditos de goma o tela, objetos para morder, mantitas de actividades, libros de tela o plástico.

6-12 meses: Comienza la actividad. No para ni un momento, comienzan a tener dominio sobre su cuerpo, su mundo de juegos se amplía. Empieza también a parlotear.
Juguetes  para  ellos: Muñecos blanditos, pelotas, bloques encajables, juguetes musicales, libros blanditos, juguetes para el baño.

1 año: Se mueven solos. Son independientes. Andan y se despegan de papá y mamá. Ya sabe  expresarse. Su afán de exploración no tiene límites.
Juguetes para ellos: Corre pasillos, columpios,  y todo lo que se mueva. Juguetes para arrastrar, abrir, cerrar, golpear. Cuentos y libros manipulables.

2 años: Quieren decidir. Ya tiene opiniones propias. Quieren aprender e imitan todo lo que  hacen los mayores.
Juguetes para ellos: Muñecos y accesorios, cacharritos, granjas con animales, coches, teléfonos, carros para transportar cosas, pinturas, libros. Útiles para jugar con agua y arena.

3-5 años: Comienzan a comprender los roles sociales. Desarrollan su Autonomía. Afianzan el yo y las relaciones sociales. Constante actividad física y necesidad de construir. Le gustan los retos, saber cómo funcionan las cosas y construir. Empiezan a preguntar, aprenden canciones y juegan con amigos.
Juguetes para ellos: Bloques, toboganes, triciclos, bicicletas, pizarras, magnetófonos, cuentos, marionetas y muñecos articulados, pinturas, juegos para jugar con los demás. Juguetes que representen el mundo adulto.

6-9 años: ¿Cómo es la realidad? Manipulan objetos, hacen girar la realidad en torno a su propia actividad. Tienen una Inteligencia práctica, basada en su experiencia. Separan el  yo del exterior, mayor conocimiento del entorno.
Comienza la comprensión de las nociones de espacio y tiempo. Tienen ya Vida social, autonomía moral. Hay una combinación del Mundo real e imaginario. El niño/a sabe sumar y restar, leer y escribir.
Juguetes para ellos: Monopatines, patines, coches teledirigidos, juegos manuales, de preguntas y de experimentos, libros.

10-12 años: Su pensamiento comienza a separarse de lo concreto, ya  buscan explicaciones lógicas. Entran en la etapa de Heteronomía moral. Buscan la aprobación de los iguales, y aparece la necesidad de sentirse útiles. Se interesan por actividades complicadas.
Juguetes para ellos: Complementos deportivos, juegos de estrategia y reflexión, audiovisuales, electrónicos y experimentos, libros.

13-15 años: Dejan de ser niños, entran en un período de emociones intensas. Su vida social cobra mucha importancia. Su pensamiento es en esta fase más elaborado. Desaparecen las ganas de jugar y van construyendo su propia identidad.
Regalos para ellos: Libros, música, ropa y vídeo-juegos. Juegos que requieran una reflexión más elaborada.

Celia Rodríguez Ruíz.

lunes, 11 de noviembre de 2013

LOS CENTROS INFANTILES.


La importancia de los Centros Infantiles.

Los centros infantiles necesitan ser revalorizados, ya que en los tiempos que corren la labor que desempeñan se está devaluando.

Los centros de educación infantil de primer ciclo (0-3 años) llevan a cabo un trabajo extraordinario con los niños/as de tan temprana edad y todo ello no sería posible sin el trabajo de educadoras competentes e implicadas con y para los pequeños.

Es necesario apreciar la importancia de las escuelas infantiles porque no son guarderías, no solo guardan o cuidan niños, sino que son escuelas que trabajan con nuestros pequeños. 

Las educadoras programan actividades diseñadas para conseguir un desarrollo integral de los niños/as, planifican unos contenidos, objetivos, ejes transversales, integran el desarrollo de las inteligencias múltiples, y lo más importante escuchan con los oídos, con la mirada y con el corazón las necesidades que los niños tienen, buscando soluciones.

Educan a nuestros hijos, les enseñan unos hábitos, unas rutinas y unas normas de convivencia que les van a ayudar a afrontar la vida de manera más independiente, aprenden a comer de forma autónoma, a ponerse el abrigo, a permanecer sentados esperando su turno, a compartir con otros niños/as, aprenden a hacer fila, a recoger juguetes, a ordenar, a identificar sus propias características con las de los demás, aprenden a pensar por ellos mismos, a darse cuenta de sus errores, a crecer como personas…

 Pero también existen críticas hacia la escuela infantil, y es allí donde debemos reconocer que no todas las críticas son justas y/o argumentadas.

            La escuela infantil es un lugar de socialización, por lo tanto los niños se relacionan con otros niños de su misma edad y con sus mismas características, muchas veces llegan críticas como esta: “la escuela infantil es un foco de infecciones”  parémonos a pensar, si esa afirmación fuese cierta siempre estarían enfermos.

Lo que de verdad está claro es que a las familias no se les prestan ayudas para conciliar la vida familiar con la profesional, trabaja el padre, la madre y los abuelos, en ocasiones no tienen otra solución más que dejar al niño en la escuela aunque no se encuentre del todo bien.  Lo que ocurre entonces es que el niño/a enfermo contagia a los demás. Para poder afrontar esta situación las escuelas infantiles tienen una normativa donde están registradas cuales son las principales enfermedades infecciosas con las que los niños no pueden acudir a la escuela. Por otra parte los educadores/as no son médicos y ello lo digo porque los niños en estas edades son muy impredecibles, pueden estar bien durante toda la noche y ponerse mal en un momento puntual durante la mañana. Siempre se ha de tener en cuenta que las escuelas confían en la palabra de las familias.

            Otra de las críticas es esta: “En la escuela infantil solo van a jugar” cierto, verdaderamente cierto ¡Pero que juegos, que actividades! No van a jugar solamente, a través del juego es como se aprende, ¿o acaso nunca has retenido en tu memoria para siempre algo que hiciste con gran placer?. Los juegos que se plantean son experimentación, son vivencia, son contacto real con la vida, no es juego simplemente, manipulan materiales de uso domestico con los que aprenden, como el juego heurístico, el cesto de los tesoros… juegan con elementos plásticos, se inician en el trazo, conocen diferentes técnicas artísticas. Desarrollan estrategias de creatividad, ello les hará ser capaces de pensar por ellos mismos, de ser seres creativos, al fin y al cabo son las personas creativas las que mueven el mundo. Se inician en actividades como mirar y cuidar cuentos, es maravilloso que un niño con un año sea capaz de mirar cuentos, pasar páginas… construyen a través de la experimentación, la observación, crean y crecen… No es jugar por jugar, ni son juegos simples sin sentido, detrás hay mucho trabajo y es necesario saberlo.

 

            Otro de los puntos donde se incide es en cuanto a límites y común acuerdo entre escuela y familia. Muchas veces las familias recurren a la escuela infantil, al educador/a de su niño/a para comentar los aspectos educativos que les preocupan y de forma conjunta se busca una solución. Por ejemplo: el tema de quitarles el pañal, introducir nuevos alimentos… Lo que ocurre en algunos casos es que el educador/a practica en clase lo establecido, pero las familias terminan acomodándose y dejando su parte de trabajo al educador/a.

La única persona que sufre las consecuencias de esta contrariedad es el niño, porque es él, el que sale perjudicado de todo ello y se queda a mitad de camino, frustrado ante sus nuevos logros.

          Las escuelas infantiles son importantes, debemos confiar plenamente en ellas y trabajar de común acuerdo por el bien de nuestros pequeños.

Clara Lapeña Abadía. Maestra de educación infantil.

En nuestro Centro Infantil Bilingüe Floppy desarrollamos todos estos aspectos, para colaborar con las familias en la educación de sus hijos. Todo ello en un ambiente agradable para el niño, compartiendo con otros niños, con educadoras profesionales que están pendientes de las particularidades de cada niño. Porque cada niño es único e irrepetible y tiene un proceso de maduración distinto del resto, pues tiene una personalidad propia que le hace ser quien es.

jueves, 7 de noviembre de 2013

JUEGO: DESARROLLO SOCIO-EDUCATIVO DEL NIÑO.


JUEGO: DESARROLLO SOCIO-EDUCATIVO DEL NIÑO.

El juego es una actividad fundamental en el desarrollo del niño, hasta tal punto que va a influir tanto en su capacidad posterior para adquirir y asimilar nuevos aprendizajes, como en su futura adaptación a la sociedad imperante. El juego podría considerarse una actividad social por excelencia, en la cual pueden verse claramente reflejadas las características del pensamiento, emoción y sentimientos infantiles. Toda la actividad humana surge de una necesidad innata de explorar y controlar el entorno, aumentando a su vez la motivación y la iniciativa, de tal forma que tanto los bebés como los niños de corta edad, aprenden a través del juego multitud de papeles distintos por medio de la observación y la imitación, normas sociales, etc., que les será posteriormente de gran utilidad en su vida adulta.

Tal y como piensan hoy día un gran número de psicólogos y educadores, la infancia no es un simple paso hacia la edad adulta, sino que tiene un valor concreto en sí misma. Actualmente se admite que en la infancia se encuentran muchas de las claves de lo que será la persona en un futuro. Esta afirmación ha sido especialmente apoyada por Sigmund Freud cuando afirmaba que "todo hombre es su infancia".

Evolución del niño a través del juego

Ya Piaget en el año 1986 analiza pormenorizadamente su concepción del juego en el libro "La formación del símbolo en el niño", vinculando la capacidad de jugar a la capacidad de representar o de simbolizar, lo cual ocurre en el primer año de vida y se desarrolla durante el segundo y tercer año. Esta etapa se caracteriza por el "imaginar o fingir" y es la base del desarrollo del juego social. El niño que juega a ser médico o tendero, está realizando simbólicamente una serie de comportamientos que ha observado, imitándolos hasta que finalmente los interioriza convirtiéndolos en patrones de conducta, que en un futuro le van a ser útiles para adaptarse al mundo que le rodea.

Intimamente relacionado con el juego está el fenómeno de la imitación. El niño cuando imita a alguien, está acomodando su conducta a ese alguien. En este sentido, Piaget considera que la inteligencia es la totalidad de las estructuras cognoscitivas disponibles. Estas estructuras de conocimiento de que dispone el sujeto son los esquemas. Posteriormente, al interrelacionarnos con el entorno, se incorporan nuevos datos a nuestros esquemas mediante un proceso denominado asimilación. Finalmente el sujeto va a ser capaz de aplicar esquemas generales a datos particulares mediante un proceso de acomodación. Cuando, por ejemplo, un niño de 5 o 6 meses ha logrado abrir después de una serie de intentos una caja determinada, ha ocurrido lo siguiente: En primer lugar, el niño asimila la situación actual "abrir la caja" a una serie de esquemas generales de los que dispone (habilidades manuales, coordinación visomanual, etc.). En segundo lugar, se acomoda a la situación concreta "esta caja y no otra". En tercer lugar, esta situación concreta, ha dado lugar al conocimiento práctico de abrir y cerrar no sólo esa caja sino todas las demás, desarrollando, por tanto, un esquema nuevo que será utilizado en un futuro, probablemente no sólo para abrir cajas, sino para cualquier otra actividad manual parecida que le surja. Existe, por tanto, una interacción entre la asimilación y la acomodación, que da lugar al desarrollo de esquemas (adquisición de nuevos conocimientos), que va a permitir que el niño se vaya haciendo "más inteligente" progresivamente.

Podrían establecerse, según Piaget, tres fases que marcan el desarrollo evolutivo del niño: en el período sensoriomotor, que cubre desde el nacimiento hasta los dos años, el juego es un placer fundamentalmente sensorial y motor, es decir, el niño mira, toca, chupa, huele, golpea, manipula y se lleva a la boca todo lo que aparece en su campo de acción. Por tanto, esta etapa se caracteriza por la repetición, la práctica, la exploración y la manipulación. Esta conducta progresa posteriormente hacia el juego realizado con objetos (por ejemplo amontonar cubos, armar puzzles sencillos, insertar anillas, etc.).

En el período simbólico o preoperatorio, que va desde los 2 a los 7 años, el juego es, además, una actividad simbólica. El niño todavía presenta grandes dificultados para superar el egocentrismo intelectual, es decir, presenta una incapacidad para ponerse o entender el punto de vista del otro, creyéndose todavía el centro de todo su mundo y siendo incapaz de comprender que la atención de sus padres, por ejemplo, no es una propiedad exclusiva de él.

Este tipo de progresos psicológicos podemos lograrlos a través de algo tan sencillo como la actividad de pintar y colorear dibujos. Y es que los dibujos son una excelente herramienta para inculcar valores a los niños sin que éstos se den cuenta, ya que ellos solo se divertirán coloreándolos.

Pero si sabemos encauzar determinadas fichas educativas y logramos que el dibujo haga pensar al niño en algo más que en qué colores elegir, podremos desarrollar esos comportamientos necesarios para su desarrollo educativo y social.

A partir de los 7 y hasta los 12 años, el niño pasa al estadio de las operaciones concretas, en el cual comienza a desaparecer el egocentrismo de la fase anterior. En esta fase, es ya capaz de realizar operaciones mentales interiorizadas y reversibles. Por ejemplo, un niño de 7 años es capaz de entender que el contenido de un vaso de agua, es el mismo aunque se haya vaciado en un recipiente de tamaño o forma distinta. En este período, coincidente con el nacimiento de la inteligencia lógica, el juego se convierte finalmente en un juego reglado. Por tanto, llega un momento en que la característica esencial de los juegos, es que sus componentes se someten a determinadas reglas o normas. Este momento según Piaget, está vinculado al nacimiento del juicio moral y la autonomía en el niño. Según este autor, las reglas o normas en el juego en los niños menores de 7 años, son consideradas como sagradas, intangibles y de origen transcendente, sin embargo, a partir de esa edad, los niños ven en la regla un producto del acuerdo entre iguales, admitiendo, por tanto, la posibilidad de modificaciones si hay conformidad en el grupo.

A partir de los 12 años, el niño entra en el estadio de las operaciones formales, en el cual ya ha adquirido el pensamiento abstracto, o también llamado pensamiento científico. No vamos a entrar a explicar este estadio en este momento pues se escapa a la etapa de educación infantil y primaria en la que estamos centrados.

No hemos de olvidar, que tanto en educación infantil como en primaria, otra importante característica del juego y que hay que tener muy en cuenta es la competición. Los seguidores de Piaget reducen a cuatro los principios de enseñanza para los juegos competitivos:

          Quitar importancia al hecho de ganar.

          Verbalizar que no pasa nada si se pierde.

          Permitir que los niños eviten la competición si lo desean.

          Participar principalmente en juegos de azar.

Hay que tener en cuenta, que a pesar de que no todos los aspectos en la competición son negativos, en muchas ocasiones y sobre todo en edad escolar, sí es importante que el educador sepa en la mayor parte de las ocasiones, transformar los juegos competitivos, en juegos no competitivos o, si es posible, en cooperativos. En este sentido, la intervención del adulto (psicólogo, educador, padres, etc.) es importante, ya que las primeras necesidades que siente el niño, tal y como han demostrado muchas investigaciones actuales, son fundamentalmente de origen social

Aspectos a tener en cuenta para que el juego pueda considerarse educativo

Para intervenir de una manera eficaz en el desarrollo del niño a través del juego, hay que tener en cuenta dos enfoques: En primer lugar estaría el enfoque piagetano, consistente básicamente en observar para comprender. El observador se sitúa fuera del juego del niño y hace sus anotaciones, sin intervenir para nada en la conducta del niño.

En segundo lugar, estaría la teoría o enfoque sociocultural del desarrollo, que se podría enunciar diciendo que es preciso observar para transformar. Es el adulto el que interviene en el juego del niño encauzándolo, haciéndolo progresar, poniendo al niño ante situaciones paradójicas, opuestas, cambiantes, etc.

Ambos enfoques tomados conjuntamente nos permitirían comprender las conductas del niño en el juego basándonos en la observación y de esta forma intervenir transformando o aportando nuevas pautas al repertorio conductual del niño.

En cuanto a los factores a tener en cuenta a la hora de practicar el juego desde un punto de vista educativo, podrían destacarse las razones que Kamii y De Vries consideran como necesarias para que un juego colectivo sea educativamente útil y que pueden servir a su vez como elementos útiles para la observación. Son las siguientes:

          Proponer algo interesante y estimulante para que los niños piensen y decidan por sí mismos cómo llevarlo a cabo.

          Posibilitar que los propios niños evalúen por sí mismos su éxito.

          Permitir que todos los jugadores participen activamente durante todo el juego, es decir, que se impliquen mentalmente adquiriendo a su vez un compromiso.

Obviamente existen otras razones para que un juego pueda ser valorado como útil desde el punto de vista educativo, como por ejemplo que sea intrínsecamente motivador para quienes lo practiquen, que se genere de forma espontánea, que sea experimentado como divertido, que su práctica sea activa y, por supuesto, que se realice por voluntad propia.

Para finalizar, hay que resumir diciendo que el juego es la actividad que permite a las niñas y niños investigar y conocer el mundo que les rodea, los objetos, las personas, los animales, la naturaleza, e incluso sus propias posibilidades y limitaciones. Es el instrumento que les capacita para ir progresivamente estructurando, comprendiendo y aprendiendo el mundo exterior. Estos conocimientos que adquieren a través del juego les dirigen a reestructurar los que ya poseen e integrar en ellos los nuevos que van adquiriendo. Jugando, el niño desarrolla su imaginación, el razonamiento, la observación, la asociación y comparación, su capacidad de comprensión y expresión, contribuyendo así a su formación integral.

Podemos decir, además, que el juego es un recurso creador, tanto en el sentido físico (en cuanto interviene en el desarrollo sensorial, motor, muscular, psicomotriz, etc.), como en el sentido mental (el niño pone a trabajar durante su desarrollo todo el ingenio e inventiva que posee, la originalidad, la capacidad intelectiva, su creatividad, afectividad, etc.). El juego tiene, además, un claro valor social, puesto que contribuye a la formación de hábitos de cooperación, de enfrentamiento con situaciones vitales y, por tanto, contribuye en la adquisición de un conocimiento más realista del mundo.

martes, 5 de noviembre de 2013

DESARROLLO PSICOLÓGICO Y SOCIAL DEL NIÑO.

DESARROLLO PSICOLÓGICO Y SOCIAL DEL NIÑO.


¿Cómo nos adaptamos a la sociedad, respetando sus normas?



El proceso mediante el cual nos adaptamos a las normas establecidas socialmente se denomina socialización. Podría definirse la socialización como un proceso mediante el cual la cultura es inculcada a los miembros de la sociedad, transmitiéndose así de generación en generación. Los individuos aprenden conocimientos específicos, desarrollan sus potencialidades y las habilidades necesarias para la participación adecuada en la vida social y su adaptación a las formas de comportamiento organizado característico de su sociedad. En este sentido, las relaciones sociales del niño, son probablemente una de las dimensiones más importantes del desarrollo infantil.


El niño es un ser fundamentalmente social desde el mismo momento de su nacimiento. Su conducta está modulada por la interrelación con los otros y su conocimiento sobre sí mismo lo va a adquirir mediante la imagen que va a recibir a través de los demás.


¿Quién interviene en el proceso de socialización del niño y cómo influyen en su futuro?


En el proceso de socialización, mediante el cual como hemos dicho, el niño asume y acepta todas las normas sociales imperantes, intervienen no sólo personas significativas para el niño, como por ejemplo los padres o los hermanos, sino también instituciones como la escuela, la iglesia, etc. A todos estos entes que influyen de alguna manera en el proceso socializador del niño, se les denomina agentes de socialización.


Existen diversos agentes de socialización, que juegan un papel importante según las características concretas de la sociedad, de la etapa en la vida del sujeto y de su posición dentro de la estructura social. En la medida en que la sociedad se va haciendo más compleja y diferenciada, el proceso de socialización también se hace más complejo y se ve en la necesidad a su vez de homogeneizar a los miembros de la sociedad, con el fin de que exista tanto la indispensable cohesión entre todos ellos, como la adaptación de los individuos a los diferentes grupos y contextos socioculturales en que tienen que desempeñarse asumiendo distintos roles o papeles tales como padre, empresario, profesor, etc.


Uno de los principales agentes de socialización en la vida de los individuos, en la historia de la humanidad, ha sido la familia. Realmente, el proceso de socialización se da a través de las instituciones que conforman a la sociedad, la familia en primer lugar, y después, la escuela y otras instancias como los medios de comunicación, los grupos de amigos, etc. Este proceso tiene como función primordial, aunque no la única, la de garantizar la reproducción de la ideología dominante, siendo Althousser el principal representante de la teoría de la reproducción.


El hombre se somete desde su nacimiento a una educación que, desde sus comienzos, cultiva sólo algunos de sus atributos, concretamente aquéllos de los cuales la sociedad espera extraer una utilidad posterior. El individuo aprende lo que el sistema requiere y, de esta manera, es inducido a organizar lo que Gouldner denomina su sí mismo y su personalidad, de acuerdo con las normas operativas de la utilidad.


Por ejemplo, una niña nacida en un pequeño pueblecito del campo, será probablemente educada dentro de unas normas que son las que imperen en ese mundo que la rodea. Su familia, la escuela, etc., ejercerán un papel importante para que esa niña probablemente sea feliz sin ir a la universidad, teniendo hijos, atendiendo a su esposo, etc. Sin embargo, la misma niña nacida en una gran ciudad, con unos padres habituados a otro tipo de cultura, es probable que estudie, vaya a la universidad y sus aspiraciones profesionales y personales sean otras muy diferentes.


Así, se asumirán diferentes papeles o roles en función de que nuestro entorno nos informe de alguna manera, de si dicho comportamiento es o no correcto. De la misma forma, los sentimientos, se llegan a desarrollar de manera natural, encargándose muy bien la estructura social de reforzar el aprendizaje de los roles, mediante el sistema de premios y castigos.


Por tanto, a partir del proceso de socialización, entendido como interiorización de normas y valores, se ha ido estructurando la personalidad del niño, su manera de pensar, sus conductas, su identidad y, en resumidas cuentas, su desarrollo mental y social, configurando finalmente un adulto perfectamente adaptado a su grupo social.


Pero en el proceso de socialización del niño, participan además de la familia, otros agentes socializadores, entre los cuales juegan un importante papel los medios de comunicación de masas, y en concreto la televisión. Es un hecho hoy día fuera de discusión, que los medios de comunicación han alcanzado una difusión sin precedentes. Algunas estadísticas han presentado datos con los cuales se demuestra que los niños están más tiempo frente al televisor que con el profesor, los amigos o los padres. Tal situación tiene evidentemente un claro efecto socializador, haciéndonos pensar que una buena parte de su construcción social de la realidad, está determinada por los medios de comunicación masiva, los cuales ofrecen al niño una imagen del mundo, que resultará de capital importancia para su posterior conducta social.


El efecto de la televisión sobre la educación en general y sobre los niños en particular, ha sido un tema de preocupación y estudio para investigadores, psicólogos y educadores. Probablemente por ello, algunos autores consideraron la aparición de la televisión como un atentado contra la inocencia del niño. En este sentido, el argentino Victor Iturralde, en el año 1974, manifestaba que la televisión y algunos otros medios, constituían un formidable frente organizado contra la inocencia del niño.


Ciertamente hay que reconocer que la televisión, ha provocado importantes cambios en la vida diaria no sólo de los niños sino de todas las personas, sin embargo, estos cambios no han sido todos negativos ni mucho menos. Por el contrario, con la televisión se ha conseguido uno de los mejores medios de comunicación e información de que disponemos en la actualidad.


La televisión ha sido también un medio ampliamente utilizado en la escuela como difusor de la cultura o transmisor de conocimientos mediante videos especializados, etc.


Actualmente la televisión está interrelacionada en el espacio escolar con la filmoteca, videoteca, audioteca, biblioteca, etc., ampliando la posibilidad de una mejora del sistema educativo y convirtiéndose concretamente la televisión y en general los medios audiovisuales, en un propósito de la educación cuyo objetivo es conseguir que los niños logren contribuir y participar de una forma activa en la cultura y en la vida.


¿Cuándo y cómo surge el desarrollo moral en el niño?



La adquisición del desarrollo moral en el niño, ha sido un tema ampliamente discutido por psicólogos, filósofos y sociólogos entre otros.


Desde un punto de vista psicológico se consideran fundamentalmente dos concepciones distintas: Una considera el desarrollo moral como una elaboración de juicios universales sobre lo bueno y lo malo. Esta posición ha sido especialmente defendida por autores como Piaget o Kohlberg. Según esta concepción, el niño va a adquirir una serie de juicios, valores u opiniones a lo largo de su proceso evolutivo, que van a ser universales, es decir, el niño sabrá que una conducta es buena, no porque aprenda que dicha conducta es correcta en un entorno determinado, y por tanto buena, sino porque es objetiva y universalmente buena.


La otra concepción sin embargo, considera el desarrollo moral como un proceso de interiorización de normas y prohibiciones socialmente sancionadas. Esta posición ha sido defendida por neoconductistas como Sears, Maccobi, Levin, teóricos del aprendizaje social como Bandura, y también por algunos psicoanalistas. Básicamente, esta posición mantiene que el niño va aprendiendo y asumiendo conductas en función de que estas sean castigadas o recompensadas. El niño aprenderá que ciertas cosas están mal porque serán castigadas de algún modo y aprenderá que otras están bien o son correctas porque cuando las haga será recompensado por ello.


Como dice Alvaro Marchesi, la moralidad es principalmente un asunto de respuestas específicas a situaciones particulares. Para los teóricos del aprendizaje social, la conducta moral es adquirida normalmente en función de las condiciones particulares que el niño encuentre en cada uno de los ambientes en los que se mueve. Por ejemplo, un niño puede aprender a cumplir unas normas en casa pero no en el colegio y viceversa, a respetar unas prohibiciones pero no otras, o incluso a cumplir unas normas delante de unas personas y a infringirlas delante de otras.